10 formas para reforzar tu sistema inmunitario
¿Por qué enfermamos?
¿Por qué enfermamos?
Nuestro estado de salud y capacidad defensiva resulta de la combinación de dos factores: nuestra parte genética heredada por nuestros padres y el epigenoma, que determina realmente qué genes se expresan, según nuestros hábitos, estilo de vida y circunstancias ambientales.
La falta de salud se produce cuando en nuestro organismo hay un desequilibrio dinámico y nuestra capacidad adaptativa o defensiva disminuye hasta el punto de ser insuficiente para hacer frente a la cantidad de agentes estresores a la que estamos sometidos.
El sistema inmunitario
Es el principal encargado de proteger el cuerpo de enfermedades e infecciones. Lo hace a través de millones de moléculas solubles recorriendo la sangre o la linfa, en busca de antígenos (bacterias, virus, parásitos u hongos) para combatirlos y eliminarlos. En rasgos muy generales, podemos decir que los linfocitos B fabrican anticuerpos, los linfocitos T destruyen los antígenos y los macrófagos los eliminan..
A parte de la médula ósea y timo, órganos primarios, o los ganglios linfáticos y bazo como secundarios, también forman parte de nuestro sistema defensivo la piel y las mucosas, que ejercen de barreras físicas, evitando la entrada de gérmenes a nuestro organismo, así como la microbiota de nuestro sistema digestivo.
De modo que, para fortalecer nuestro sistema inmunitario, debemos tener en cuenta a todo el conjunto:
¿Cómo fortalecemos nuestro sistema defensivo?
Ejercicio: practicar ejercicio moderado de forma habitual, unos 30-60 minutos al día, no solo reduce nuestros niveles de estrés, sino que nos ayuda a oxigenar, a incrementar nuestra energía y fortalecer nuestras defensas. (¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando hacemos ejercicio?; ¿El ejercicio físico mejora la inmunidad?)
Sueño suficiente y reparador: importante para mantener el equilibrio en nuestro metabolismo y para que tengan lugar todos los procesos de reparación y regeneración. (Fases y etapas del sueño (Parte I); Fases y etapas del sueño (Parte II))
Hidratación: muy importante mantener nuestro cuerpo bien hidratado. No solo para el bienestar de nuestra piel. El agua está presente en casi todos los procesos fisiológicos que tienen lugar en el organismo.
Alimentación equilibrada en nutrientes y rica en antioxidantes: evitando posibles déficits nutricionales y ofreciéndole un apoyo a nuestro cuerpo en su lucha contra los agentes oxidativos. (5 Reglas para una alimentación saludable; Los 4 antioxidantes principales)
Probióticos: para reforzar nuestra flora bacteriana que suele verse afectada con la toma de medicamentos, estrés, infecciones. etc. (Microbioma y longevidad)
Vitamina C y Zinc: muy efectivos sobre todo en infecciones virales.
Polen y propóleo: proporcionan un importante aporte nutricional a la vez que ejercen propiedades antimicrobianas y antifúngicas.
Vitamina D: reconocida no solo por reforzar huesos y articulaciones, sino por su función de apoyo a nuestro sistema inmunitario. (Todo lo que necesitas saber sobre la vitamina D; Vitamina D: Síntomas de deficiencia)
Evitar agentes estresores: un consumo excesivo de alcohol o alimentos procesados, altos en carbohidratos simples o grasas saturadas. Niveles altos de estrés. Mantener una vida sedentaria e inactiva o tener malos hábitos de descanso. (Efectos del alcohol en nuestro organismo; Los peligros de los alimentos procesados)
Por último, pero no menos importante, ¡ser feliz!. Está demostrado que nuestro estado de ánimo influye directamente en nuestra salud en general. Las personas felices tienen las defensas más altas y viven más. Deja las preocupaciones a un lado y dedica tiempo a las actividades que te hagan feliz. Sociabiliza. Disfruta. Sonríe. ¡Es la mejor medicina!
También te puede interesar:
Libros recomendados: