¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando hacemos ejercicio?

Ejercicio y mitocondrias

¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando hacemos ejercicio?
¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando hacemos ejercicio?

La magia del ejercicio en nuestro cuerpo

Hacer ejercicio es más que una simple actividad física; es una forma poderosa de mejorar nuestra salud y bienestar general. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué sucede realmente en tu cuerpo cuando te ejercitas? A continuación exploramos cómo el ejercicio afecta directamente a nuestras mitocondrias, nuestro metabolismo y a nuestra salud en general.

Las mitocondrias: La central eléctrica de las células

Las mitocondrias son organelas celulares responsables de producir energía en forma de ATP (adenosina trifosfato). Cuando hacemos ejercicio, nuestras células necesitan más energía, por lo que las mitocondrias trabajan más duro para satisfacer esa demanda. A través de un proceso llamado biogénesis mitocondrial, el ejercicio regular puede aumentar el número y la eficiencia de las mitocondrias, lo que se traduce en mayor resistencia y rendimiento.

El impacto del ejercicio regular en nuestras mitocondrias y metabolismo

El ejercicio tiene un efecto muy significativo en nuestro metabolismo:

  • Mejora del metabolismo: con más y mejores mitocondrias, el metabolismo basal aumenta, lo que ayuda a mantener un peso corporal saludable y a mejorar la composición corporal.

  • Prevención de enfermedades metabólicas: el ejercicio regular y la mejora de la función mitocondrial pueden prevenir o retrasar el desarrollo de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico.

  • Salud cardiovascular: una mejor función mitocondrial en las células del corazón y los vasos sanguíneos contribuye a la salud cardiovascular general, reduciendo el riesgo de enfermedades cardíacas.

Además, la práctica de ejercicio regular influye directamente en nuestras mitocondrias en varias formas:  

  1. Biogénesis mitocondrial: el ejercicio regular, especialmente el ejercicio aeróbico como correr, nadar o andar en bicicleta, estimula la biogénesis mitocondrial, es decir, la producción de nuevas mitocondrias. Este proceso es regulado por varios factores de transcripción y cofactores, como el PGC-1α (peroxisome proliferator-activated receptor gamma coactivator 1-alpha), que actúa como un "interruptor maestro" para la formación de mitocondrias.

  2. Mejora de la función mitocondrial: con el ejercicio regular, las mitocondrias se vuelven más eficientes en la producción de ATP. Esto significa que tus células pueden generar más energía de manera más efectiva, lo que se traduce en una mejor resistencia y rendimiento físico. - Además, el ejercicio promueve la eliminación de mitocondrias dañadas a través de un proceso llamado mitofagia, asegurando que solo las mitocondrias saludables y funcionales estén presentes en las células.

  3. Aumento de la capacidad oxidativa: las mitocondrias mejoran su capacidad para oxidar ácidos grasos y glucosa, lo que permite una mayor capacidad para utilizar diferentes fuentes de energía durante el ejercicio. Esto es particularmente importante en ejercicios de larga duración, donde el cuerpo necesita acceder a reservas de energía almacenada.

  4. Reducción del estrés oxidativo: el ejercicio regular también aumenta la producción de antioxidantes endógenos, que ayudan a neutralizar los radicales libres producidos durante la respiración celular. Esto reduce el daño oxidativo en las mitocondrias, mejorando su salud y función a largo plazo.

Adaptaciones según el tipo de ejercicio

  • Ejercicio aeróbico: Promueve la biogénesis mitocondrial y mejora la eficiencia de las mitocondrias en la producción de ATP a partir de oxígeno y nutrientes. (Aumenta la capacidad aeróbica y la resistencia, permitiendo un mayor tiempo de ejercicio sin fatiga.)

  • Ejercicio anaeróbico (entrenamiento de fuerza): aunque no es tan efectivo como el ejercicio aeróbico para aumentar la cantidad de mitocondrias, el entrenamiento de fuerza mejora la capacidad de las mitocondrias para lidiar con el estrés oxidativo y puede aumentar la densidad mitocondrial en las fibras musculares de contracción rápida. (Mejora la resistencia a la fatiga muscular y la capacidad para realizar esfuerzos intensos a corto plazo.)

En resumen, la práctica regular de ejercicio tiene un impacto profundo y positivo en nuestras mitocondrias, mejorando tanto su cantidad como su calidad y eficiencia. Estos cambios no solo aumentan la capacidad de generar energía, sino que también contribuyen a una mejor salud general y a la prevención de diversas enfermedades. ¡Así que sal a moverte y disfruta de una vida más saludable y enérgica!