¿Cómo evitamos los radicales libres?

Identificado al enemigo

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Radicales libres
Radicales libres

El oxígeno es un elemento altamente reactivo en contacto con nuestras células y, a pesar de estar involucrado en la mayoría de los procesos vitales de los seres vivos, en todos y en cada uno de ellos, la interacción genera residuos muy nocivos: los radicales libres.

Estos radicales producen cambios en nuestras células. En muchos casos las llegan a matar, pero nuestro organismo las sustituye, rápidamente, por nuevas células sanas que está en constante fabricación.

Aunque la verdad es que cada día nos oxidamos un poco más. Nuestras células se van degenerando progresivamente y con ello, también va disminuyendo nuestra capacidad de renovación celular.  Es el proceso natural del envejecimiento.

Los radicales oxidan las grasas, favorecen la obturación de nuestras arterias, bloquean el transporte de oxígeno y nutrientes, dañan genes, mitocondrias, nuestro ADN... 

De modo que ante un oponente tan soberano, se precisa una defensa desde distintos frentes: 

Nuestro cuerpo lucha para neutralizarlos directamente con su defensa antioxidante endógena, (enzimas y proteínas) que además complementa con otros antioxidantes que obtiene de forma externa a través de nuestra alimentación o aporte suplementario. 

Y aunque nuestros estilos de vida de hoy en día lo dificulten cada vez más, otra forma de prevenir los daños y el envejecimiento prematuro es ¡evitar los agresores!

Por ello, a pesar de que algunas fuentes sean internas: procesos naturales y vitales para nuestra supervivencia como la respiración o la digestión (catabolismo),  es importante identificar las fuentes productoras de radicales externas que son las que realmente representan una toxicidad peligrosa y que está en nuestras manos evitar:  

  1. Exceso de aditivos (sulfitos, colorantes fosfatos y polifosfatos, nitritos...)

  2. Ingesta alimentaria excesiva (empacho) o alimentación inflamatoria

  3. Desintoxicación hepática

  4. Estrés crónico o agudo

  5. Medicamentos antiinflamatorios, antibióticos y antisépticos (en caso de necesidad, tomar conjuntamente un suplemento antioxidante)

  6. Exposición a los rayos UV 

  7. Contaminación ambiental

  8. Consumo de tabaco, alcohol...

  9. Contaminantes químicos: petróleo, gasolina, desodorantes, disolventes...

  10. Radiaciones ionizantes

  11. Agua oxigenada, lejía, 

  12. Herbicidas, insecticidas... 

En conclusión: ya sea mediante la acción de antioxidantes o evitando agentes productores, nuestro objetivo está claro: minimizar los daños..