La magia del grounding

¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando lo practicamos?

Grounding
Grounding

El Grounding o Earthing

Aunque se le atribuyen beneficios al contacto de nuestra piel con la tierra desde hace más de cien años, el estrés, nuestro estilo de vida actual y la búsqueda de reequilibrio son las principales razones por las que su práctica esté cada vez más extendida e incluso, se hayan llevado a cabo estudios para respaldar sus efectos.

¿Se trata de un efecto placebo o realmente tiene base científica?

Nuestro estilo de vida actual nos tiene con el sistema nervioso simpático activado constantemente. Es el que se encarga de que estemos siempre en estado de alerta, en tensión y preparados para huír. Está demostrado que el estrés se acumula en nuestro cuerpo y que, además del daño oxidativo y el envejecimiento celular, favorece la inflamación crónica: la base de todas las enfermedades. Y cuando hay inflamación, hay predominio de protones (energía positiva) que, si sumamos al contacto constante con dispositivos electrónicos, calzado aislante.. todo en su conjunto nos provoca un importante desequilibrio en la carga eléctrica de nuestro cuerpo. 

La tierra tiene una carga negativa en la superficie (positiva en el centro) y la ciencia ha demostrado que la toma a tierra, es decir, el contacto directo de nuestra piel con la tierra, nos recarga de electrones y nos devuelve nuestro equilibrio. 

Beneficios de la toma a tierra

Principalmente, a parte del mencionado reequilibrio eléctrico en nuestro cuerpo, favorece el cambio del predominio del sistema nervioso simpático (estrés) al parasimpático (relajación), influyendo ya con ello en muchos aspectos positivos, pero los estudios nombran entre los más relevantes sus efectos en: 

  • Reducción del estrés acumulado. Es una de las pocas formas que resultan realmente efectivas. 

  • Mejoras en nuestros niveles de energía: se favorece la labor de las mitocondrias en el ciclo de krebs y la creación de energía en nuestras células. 

  • Reducción del daño oxidativo en nuestras células al neutralizar el exceso de radicales libres aportando los electrones que les faltan. 

  • Reducción de la sensación de dolor en personas con lesiones crónicas, incluso también en un estudio sobre la disminución de agujetas tras realizar entrenamientos. 

  • Mejoras en la cantidad y calidad del sueño.

  • Mejoras en la sensación de bienestar y vitalidad

  • Mejoras en alteraciones hormonales y síntomas menstruales en mujeres.

  • Mejoras en el pulso y frecuencia cardíaca.

  • Mejoras en los niveles de cortisol.

  • Reducción de la viscosidad de la sangre evitando la formación de coágulos y favoreciendo la salud cardiovascular.

  • Reducción de la inflamación

 

Y por último, mencionar su efecto embellecedor: al promover y favorecer la circulación tanto sanguínea como linfática, todo ello tiene un efecto muy evidente en nuestro rostro. Nuestra piel se muestra más iluminada, con mejor color, en definitiva, con un aspecto mucho más saludable y favorecedor. 

¿Y cómo se hace? 

Hacemos grounding o earthing cuando trabajamos la tierra con las manos (jardinería o huerto). Andamos descalzos en un parque, la montaña o en la playa. ¡Incluso abrazando árboles! siempre y cuando el contacto sea directo, sin guantes, sin calcetines o calzado que dificulte el flujo, la conductividad de la carga eléctrica. ¡Ah! y lo ideal es hacerlo cada día, por lo menos durante unos 10-15 minutos...